Pesimista, perseverante y poco convencional
Es cierto que la vida parece ser igual a cero en comparación con la historia y el universo. Pero como Percy Bysshe Shelley dijo: "En comparación con la vida, el surgimiento y la caída de Imperio y el cambio de las dinastías no significan nada. En comparación con la vida, el funcionamiento y el destino del universo tampoco son dignos de ser mencionados". Frente al amor ilimitado de la vida, ese tiempo y espacio infinitos, que reflejan lo insignificante de la vida, ya no merecen ser una preocupación. El tiempo de vida es el límite de una persona, lo más importante es asumir su propia responsabilidad y administrar este tiempo, en lugar de tratar de evitarlo y lamentarse por el mundo.
A lo largo de los siglos, aunque las opiniones pesimistas ante la vida son muchas, las enseñanzas de persuadir a las personas para que valoren la vida y den importancia al tiempo son aún más persistentes. En comparación con ambos aspectos, la persistencia es ciertamente más sensata que el pesimismo. El pesimismo es en sí mismo algo siniestro. Seguir meditando sobre la inutilidad de la vida durante toda la vida, nunca dejará que los días de una persona brillen y sofocará la alegría de la vida. Es mejor poner esta inutilidad entre paréntesis y concentrarse en hacer cosas positivas en la vida, como solo hay una, lo que es digno de las mejores mentes del mundo, ya se sea exitoso o fracasado, no se puede esperar en esta vida y no hay esperanza en ese acto. ¿Por qué no esforzarse por perseguirlo todo con un vivido estado de ánimo?
IV.
Sin embargo, estar ligado a la persistencia es igual que estar ligado al pesimismo, los cuales están muy lejos de la sabiduría, lo peligroso del pesimismo es que crea una actitud de aversión hacia la vida y lo peligroso de la persistencia es que crea una actitud posesiva hacia la vida.
La llamada actitud posesiva hacia la vida no se refiere necesariamente al deseo insaciable de lucrar. En el libro de Erich Fromm "Tener o ser" analiza específicamente la actitud posesiva hacia la vida, que se refleja en todas las actividades cotidianas de la misma, como el estudio, la lectura, la conversación, los recuerdos, las creencias y el amor. Según mi propia opinión, cualquiera que esté demasiado preocupado por el éxito o el fracaso en la vida, el honor y la desgracia, las ganancias y las pérdidas, y que considere el éxito y la felicidad como los primeros y más altos objetivos de una vida, puede incluirse en esta lista. Pensar así solo significa ver la vida como una posesión, que se debe obtener el mayor beneficio de ella y así uno se podrá sentirá mejor.
Pero la vida no se puede detener, es mejor decir que solo es un regalo temporal que ha llegado a nuestras manos y que lo devolveremos tarde o temprano. Sería preferible jugar con ella con un estado de ánimo tranquilo y relajado, en lugar de desperdiciarla a través de una exhaustiva búsqueda de ganancias y pérdidas, caso contrario ya no tendríamos un buen estado de ánimo.
Hay algo más importante en la vida que el éxito y la felicidad, es decir, una mentalidad abierta para aceptar los éxitos y los fracasos. En el último sentido, los éxitos y los fracasos, la felicidad y los desastres del mundo humano son solo un vistazo al pasado, y no hay una diferencia sustancial entre ellos. Cuando lo pensamos así, nos mantenemos alejados de nuestros encuentros externos, al mismo tiempo estamos más apegados a nuestra vida real, la cual es una vida rica en experiencias tanto indulgente como poco convencional.
Podemos enamorarnos de la vida y persistir en ella, pero al mismo tiempo también debemos pensar en lo que dijo Michel de Montaigne, “hay que preparar bien las maletas y estar listos para despedirnos de la vida”. Entrando en el mundo más profundo sin olvidar sus límites, este tipo de persistencia en base del pesimismo no conducirá a la codicia, la persistencia del pesimismo es en realidad una especie poco convencional.