Breve comentario sobre la Clasificación de Resiliencia ante la COVID de Bloomberg: Visiones distorsionadas
Nota del editor: Helga Zepp-LaRouche es la fundadora y presidenta del Schiller Institute. El artículo refleja las opiniones de la autora y no necesariamente las de CGTN.
Un paciente sale en camilla desde el Centro Hospitalario Elmhurst hasta una ambulancia que lo espera en Nueva York, EE. UU., 7 de abril de 2020 /AP
La Clasificación de Resiliencia ante la COVID de Bloomberg afirma que sirve para probar que lo que ha constituido las razones del éxito en el enfrentamiento a la pandemia no es la habilidad de “llevar a la gente a un estado de sumisión” sino el “alto grado de confianza y el cumplimiento social” fomentados por los gobiernos “democráticos”.
Básicamente, esta clasificación es una demostración de la tesis de que uno puede probar cualquier cosa por medio de estadísticas, siempre y cuando uno mismo defina cómo se construyen esas estadísticas. Mientras la mayoría de los hechos nominales de las clasificaciones por listas se presentan basados en hechos, el artículo anexo en la sección “fórmula de contención” enmascara el propósito general y el sesgo oculto tras la estadística. Aquí la preocupación expresada es que el “pobre desempeño de algunas de las más prominentes democracias del mundo” en comparación con “países autoritarios como China” ha generado cuestiones sobre la habilidad de las sociedades democráticas para enfrentarse a las pandemias.
La realidad muestra una historia bastante diferente. En Wuhan, China, se demostró que priorizar el bienestar de la sociedad sobre la libertad individual fue algo muy exitoso. El enfoque chino tras la contención en la provincia de Hubei de hacer pruebas, aislar, aplicar cuarentenas, sigue sirviendo para localizar casos hasta el día de hoy, y ha resultado en solo 4.636 muertes hasta el momento. En los EE. UU., en cambio, más de 600.000 personas perdieron la vida, y muchos otros están sufriendo los efectos debilitadores a largo plazo de la COVID.
Bastante distinto a “llevar a la gente a un estado de sumisión”, la idea de llevar mascarillas para proteger a los otros es parte de la cultura de China y de otros países asiáticos, mientras que en muchas sociedades occidentales, las mascarillas son vistas como el máximo ejemplo de la supresión de la libertad, y por ello, la sociedad en conjunto está afectada por grandes pérdidas económicas, especialmente para los pobres, a causa de sectores irracionales y egoístas de la población.
Bomberos realizan tareas de desinfección en la terminal 3 del Aeropuerto Internacional Tianhe de Wuhan, provincia de Hubei, en el centro de China, el 3 de abril de 2020. /Xinhua
Para Bloomberg, hablar del “alto grado de confianza y cumplimiento social” como si esa fuera la situación en los países occidentales, es darle la vuelta a las cosas. La influencia del movimiento “antivacunas” en la población es alarmante. En los EE. UU. prácticamente la totalidad de las bases políticas del anterior presidente, Donald Trump, adoptaron el discurso de no llevar mascarillas y de no mantener la distancia social como forma de demostrar sus ideas; que la supuesta realidad de la pandemia solo era una conspiración para suprimir las libertades impulsada por Bill Gates.
En muchos países europeos, de igual modo, la velocidad de las vacunaciones está ralentizándose de forma significativa, después de que aproximadamente la mitad de la población haya sido vacunada, porque mucha gente ha sido influenciada por salvajes teorías conspirativas sobre la supuesta intención de los gobiernos de retirarles sus libertades civiles e instaurar poderes autoritarios. Esta irracionalidad afecta a una increíble gran parte de la población, racional en otros aspectos, incluidos profesionales formados y miembros de la profesión médica. Dado que Bloomberg es, sin duda, consciente de esto, supone una audacia significativa que hayan escrito lo que han escrito.